Esta é a vida eterna: que te conheçam, o único Elohim verdadeiro, e a Yeshua o Messias, a quem enviaste. JOÃO 17:3
¿Jesús Limpió todas las cosas?
¿Jesús Limpió todas las cosas?
Muchos ministros y maestros de la Biblia han estado enseñando que Jesús limpió todas las cosas. Este argumento generalmente se utiliza en un intento de defender el consumo de carnes inmundas que se mencionan en diferentes porciones de las Sagradas Escrituras, afirmando que la clasificación de estos animales era parte de la ley de Moisés o ley de sacrificios, la cual fue abolida con la muerte de Jesucristo.
No negamos que la ley Levítica de los sacrificios fue abolida con la muerte de Jesucristo, pero afirmar que Su muerte haya limpiado todas las cosas, es un grave error.
La muerte de Jesucristo habría de ser una expiación por el pecado (Rom. 5:8-11; II Cor. 5:14-21; Gal. 1:4; I Juan 2:2; 4-10). Esta expiación había sido ordenada de antemano (Rom. 3:25, margen; I Pedro 1:11-20; Rev. 13:8). Se hizo para reconciliarnos con Dios (Efesios 2:12-16). Fue a través de Su sangre que se nos perdonaron los pecados: teniendo por tanto redención conforme a la abundancia de Su gracia (Efesios 1:7; Col. 2:20).
No podemos encontrar en dónde la sangre de Jesucristo limpió algo más que a la humanidad del pecado (I Juan 1:7-9; Heb. 9:14; I Pedro 1:2,19; Rev. 1:5). La expiación sólo fue prometida a la humanidad cuando Dios dijo a la serpiente, “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza y tú le herirás en el talón” (Gén. 3:15). No existe indicio alguno en ninguna parte de las Escrituras en donde la expiación se haya hecho por algo más que por los hombres caídos; tampoco hay alguna parte en la que la sangre limpie algo más que el pecado del hombre.
En la Ley Ceremonial, o la ley agregada, es sólo el hombre quien recibía expiación a través del derramamiento de la sangre de los animales. De ahí que, siendo Jesucristo la cabeza de la ley, SÓLO EL HOMBRE PUEDA SER LIMPIADO DEL PECADO POR LA SANGRE DE JESUCRISTO. Para que Jesucristo hubiera limpiado a los animales inmundos, Él necesariamente habría derramado Su sangre también por ellos, lo cual es un pensamiento sacrílego, pues Cristo no ofrece limpieza más que por sangre. Ya que la limpieza es sólo para el pecado ¿Quién se atrevería a decir que los animales cometieron pecado, y que Jesús derramó Su sangre para hacer expiación por ellos? Que Jesús haya limpiado todas las cosas es extremadamente absurdo.
Aclaremos unos cuantos pasajes de las Escrituras sobre este tema, los cuales muchas personas malinterpretan.
Primero: “Porque toda criatura de Dios es buena, y nada ha de rechazarse, si es recibida con acción de gracias; porque es santificada mediante la palabra de Dios y la oración” (I Timoteo 4:4-5).
No es necesario decir mucho sobre el pasaje anterior de las Escrituras. Observe de nuevo el versículo 5, que expresa muy claramente: “Ya que es santificada mediante LA PALABRA DE DIOS y la oración.” Siempre es bueno orar sobre los alimentos, pero observe que la santificación de las carnes viene PRIMERO, mediante la Palabra de Dios, y luego, por la oración. Es inútil que nosotros tratemos de santificar mediante nuestras oraciones algo que la Palabra de Dios no santifique. En ninguna parte de la Biblia encontramos que Dios haya jamás santificado a un cerdo o a cualquier animal inmundo una vez que fue declarado inmundo.
Segundo: Jesús dijo al instruir a Sus setenta: “Y en cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante” (Lucas 10:8). Miremos los dos versículos anteriores porque se usan en combinación con el versículo ocho, y cada uno de ellos comienza con la palabra “y”. “Y si hubiese allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él: y si no, se volverá a vosotros. Y permaneced en la misma casa, comiendo Y BEBIENDO lo que os den:…”(Versículos 6-7). De manera que estos evangelistas debían permanecer en una casa SI el hijo de paz estaba ahí. Incluso los fariseos, que continuamente tendían trampas a Jesús, no Lo acusaron una sola vez de comer carne de cerdo o de algún otro animal inmundo.
Más aún, Jesús dijo: “COMIENDO Y BEBIENDO lo que os den”.
¿Pero qué ministro del evangelio bebería vino u otros licores intoxicantes que pusieran ante él? De ahí que ellos debían comer y beber de las cosas que se sobrentendían. Por ejemplo: Cuando los hijos de Israel estaban en el desierto, reunían el maná TODAS las mañanas (Éxodo 16:21), sin embargo, en el versículo 26, encontramos que no reunían maná el Sábado. “Todas las mañanas” eran las mañanas sobrentendidas.
Por supuesto, cuando comemos, no debemos hacer preguntas por la conciencia; pero eso no limpia las carnes inmundas ni nos da el derecho de comerlas, como algunos interpretan I Cor. 10:27, porque el versículo 28 nos dice muy claramente que si nos dicen que la carne ha sido ofrecida a los ídolos NO debemos comerla. El versículo 28 se usa en combinación con el versículo 27, porque es la carne ofrecida a los ídolos la que se sobrentiende.
Romanos, capítulo catorce, es uno de los capítulos de la Biblia de los que más se abusa. Algunos tratan de usarlo para tener una excusa para romper el Sábado de Dios, y algunos tratan de excusar casi cualquier clase de pecado escondiéndose tras los versículos 1-4, 10-13; mientras que otros, que tienen apetito de carnes inmundas tratan de profanar este pasaje de las Escrituras con sus deseos carnales. En el versículo catorce, la palabra “inmundo” se menciona tres veces. En dos ocasiones se traduce como común en el margen. Cualquier carne era considerada común si era tocada por manos gentiles, y los judíos no comían carne inmunda en absoluto. De modo que, una vez más, este capítulo se refiere a las carnes “sobrentendidas”, y ya que la palabra “inmunda” se traduce como común en el margen, llegamos a la conclusión de que las carnes que se sobrentienden aquí son carnes tocadas por manos gentiles. En el versículo 21, el apóstol simplemente usa la palabra“carne”.
No hay excusa para que nadie especule sobre la visión de Pedro en la azotea como se relata en el décimo capítulo de Hechos (versículos 10-16), ya que el Apóstol Pedro mismo dijo esto cuando Dios le indicó que no llamara a ningún HOMBRE común ni inmundo (versículo 28, última parte). Ya que así era como los judíos consideraban a los gentiles en todo momento, y Pedro era judío. La asociación de un animal limpio con un animal inmundo no contamina al animal limpio. Montar un caballo no hace que una persona sea inmunda. El hecho de acariciar a un gato no hace que una persona sea inmunda. Pero comer carne de caballo hará que una persona peque. Se nos dice que no comamos nada inmundo.
Webster define veneno como “Cualquier sustancia que es nociva para la vida o la salud”. La ciencia médica ha demostrado que la carne de cerdo es nociva para la vida y la salud, y ha publicado advertencias en los periódicos y revistas acerca de los peligros de comer la carne de cerdo.
Se nos ha preguntado: “¿Por qué puso Dios a los cerdos, conejos y otros animales aquí si no es para comerlos?” Nosotros respondemos esto preguntando: “¿Por qué puso Dios el árbol del conocimiento del bien y del mal precisamente a mitad del jardín del Edén y prohibió al hombre comer de él (Gén. 2:17)? La respuesta se encuentra en Rev. 4:11 (última parte), “Porque tú creaste todas las cosas, y para placer Tuyo existen y fueron creadas”.
Busquemos en las Escrituras y podremos conocer la voluntad perfecta de Dios, y no profanemos nuestros cuerpos con ninguna cosa impura, ni con cosa alguna que sea nociva para nuestra salud, porque somos el templo de Dios.