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Esta é a vida eterna: que te conheçam, o único Elohim verdadeiro, e a Yeshua o Messias, a quem enviaste. JOÃO 17:3
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47 razones que demuestran que nuestro Padre celestial no tiene iguales ni “coiguales”.

47 razones que demuestran que nuestro

Padre celestial no tiene iguales ni “coiguales”.  

  

Hay muchos versículos que, si se leen y se creen de modo simple y directo deberían claramente convencer a cualquier persona sin prejuicios, de que Dios y Jesús son dos seres completamente diferentes y definidos. También hay muchas razones lógicas que debieran hacernos dudar de la doctrina de la trinidad. Lo que sigue es una lista de algunas razones para creer que el Padre es el único Dios verdadero de la Escritura y que no tiene igual.  

  

Razones para dudar de la existencia de la trinidad:  

  

  

  

Pentecostales Unicitarios [N.T.: o Apostólicos – otro nombre popular] dicen que la fórmula clásica de la trinidad está completamente errada. Sin embargo, todos ellos dicen que Cristo es Dios y que la Biblia apoya su postura. De seguro, si la trinidad fuera una parte de la doctrina bíblica, y especialmente si uno tuviese que creerla para ser salvo, estaría claramente definida en la Escritura. Sin embargo, no hay fórmula trinitaria en la Biblia, y los trinitarios mismos no logran ponerse de acuerdo en una definición. Si uno tuviera que creer en la trinidad ¿cómo saber cuál definición es la correcta, ya que en la Biblia no aparece ninguna?  

  

  

Versículos que muestran la diferencia entre la naturaleza de Dios y la naturaleza de Cristo.  

  

  

Juan 8:40; Hechos 2:22; 17:31; 1 Timoteo 2:5, etc. En contraste, la Biblia dice: “Dios no es hombre…” (Números 23:19 RV60) y “…Dios soy, y no hombre…” (Oseas 11:9).  

  

25:6 RV60; Salmo 80:17; 144:3; Ezequiel 2:1; 2:3; 2:6; 2:8; 3:1; 3:3; 3:4; 3:10; 3:17; 3:25). Los seres humanos, incluyendo a Jesucristo, son llamados “hijo de hombre”, y por lo tanto se los diferencia claramente de Dios, que no es “hijo de hombre”.  

  

  

  

  

  

Versículos que muestran que Dios es mayor que Cristo.  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

Cristo”, esta frase no aparece nunca en la Biblia, ni Cristo es jamás llamado “Deidad”. “Deidad” proviene del latín “Deus”, que significa “Dios” y la frase “deidad de Cristo”, como se usa popularmente (pero no bíblicamente), significa “la divinidad de Cristo”. Sin embargo, Cristo no es Dios, él es Señor, como lo muestran muchos versículos claros. Colosenses  

2:9 dice que en Cristo “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (RV60). Este versículo está declarando que Dios (la Deidad) colocó toda Su plenitud en Cristo, que es muy diferente a decir que Cristo es la Deidad. En la primera parte de Colosenses se deja en claro el concepto: “porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud” (Col. 1:19). Eso es cierto.  Juan 3:34 dice: “El enviado de Dios comunica el mensaje divino, pues Dios mismo le da su Espíritu sin restricción”. El hecho de que Cristo tenía “toda la plenitud” de Dios no lo hace Dios. En Efesios 3:19 la Biblia dice que los cristianos deberían ser “llenos de la plenitud de Dios” y nadie cree que esto hace que los cristianos sean Dios. Además, si Cristo fuera Dios, no tendría sentido decir que la plenitud de Dios habita en él, porque, siendo Dios, siempre hubiera tenido la plenitud de Dios. El hecho de que Cristo pudiera tener la plenitud de Dios habitando en él muestra que él no era Dios.  

  

2 Pedro 1:4 dice que gracias a las preciosas y magníficas promesas, podemos “tener parte en la naturaleza divina”. Tener una “naturaleza divina” no nos convierte en Dios, y no convirtió a Cristo en Dios. La nota aclaratoria de 2 Pedro 1:4 en la New Internacional Version Study Bible (Biblia de Estudio de la Nueva Versión Internacional), dice que esto sólo significa que “tenemos a Dios morando en nosotros por medio de Su Espíritu Santo”. Igualmente Cristo, quien fue lleno con el espíritu santo sin limitación, tiene la plenitud de la Deidad habitando en él.  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

La doctrina trinitaria enseña que Dios y Cristo (y el Espíritu Santo) forman “Un Dios”, pero la Biblia enseña que son dos seres bien diferenciados.  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

Dios es Dios debido a ciertos atributos que Él tiene. Si Jesucristo fuera Dios, tendría que tener los atributos de Dios. La mayoría de los teólogos concuerdan en que estos atributos son: sin origen, auto existente, inmortal, inmodificable, omnisciente, todo sabiduría, todo bondad, todopoderoso y omnipresente. Pero Jesús negó poseer cada una de estas cosas:  

  

No era sin origen: Cristo fue engendrado por Dios: “Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo” (Juan 5:26).  

  

No era auto existente: “ yo vivo por el Padre” (Juan 6:57) NVI. [“…yo vivo a causa del Padre” – Traducción del Nuevo Mundo de las Santas  

Escrituras]. [“…yo vivo mediante el Padre” – Interlineal Griego-Español de F.Lacueva].  

  

No era inmortal: Jesús murió y Dios lo resucitó (ver el #44 arriba).  

  

No era inmodificable: Creció y aprendió, y murió y resucitó con un cuerpo nuevo y diferente.  

  

No era omnisciente: Había cosas que él no conocía (ver el #39 arriba).  

  

No era todo sabiduría: Jesús “creció en sabiduría” (ver #38 arriba).  

  

No era todo bondad: Él dijo que el único bueno era Dios (ver #20 arriba).  

  

No era todopoderoso: Mientras que “para Dios no hay nada imposible” (Lucas 1:37), Cristo dijo “el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta” (Juan 5:19).  

  

No era omnipresente: Después de que Lázaro murió, Jesús dijo a sus discípulos: “me alegro de no haber estado allí” (Juan 11:15).  

  

Los atributos de Dios son los que lo hacen Dios, así como hay ciertos atributos que hacen que un hombre sea lo que es. Hay un dicho popular que dice: “Si camina como un pato y grazna como un pato, entonces es un pato”. Es su comportamiento lo que lo hace pato. Esto podría fácilmente aplicarse aquí. Dios “se comporta” como Dios. Jesús “se comporta” como un hombre, y la Escritura dice muy claramente que él es un hombre. Nosotros aseguramos que la Biblia es clara en su enseñanza acerca de quién es Dios y quién es Cristo y pedimos a los cristianos que consideren detenidamente qué es lo que creen y por qué.  

  

También pensamos que creer que Jesús es Dios, que el “Espíritu Santo” es Dios y que el Padre es Dios en verdad degrada al Único Dios Verdadero.  

Hacer a Dios uno de tres “personas” co-iguales lo quitan de su posición de Único Dios Verdadero, Creador del Universo, Autor del plan de salvación, Padre de Jesucristo, y nuestro único Dios.  

  

Además de robar a Dios de Su posición exaltada como Dios supremo, el creer que Jesús es Dios también lo denigra a Jesús. Uno no puede valorar cuán grande realmente fue Jesús hasta que no haga el intento de vivir como él lo hizo, aunque sea por un día. Su coraje, tenacidad mental, amor y enorme fe no tienen paralelo en la historia de la humanidad. Su verdadera grandeza se pierde si usted cree que él es Dios, porque “para Dios todas las cosas son posibles”. Creer que Jesús es Dios también denigra a Dios, porque Jesús mismo dijo “Mi padre es mayor que yo”.  

  

Creer que Cristo es Dios también significa que Cristo no podría haber pecado (lo cual tendría sentido, siendo que “Dios” no puede pecar). Sin embargo, Cristo tenía la capacidad para pecar, porque la Escritura dice que fue “tentado en todo de la misma manera que nosotros”. Cristo pasó por la vida del mismo modo que lo hace todo ser humano, con dudas, temores y preocupaciones, y con la posibilidad de pecar. Creer que Jesús no podía pecar hace que sea imposible que nos identifiquemos con él.  

  

Al reinstaurar al Padre a Su única y singular posición de Dios, Le damos a Él toda la adoración, el crédito, el respeto y la admiración que se merece como el Único Dios Verdadero. Al reinstaurar a Cristo a su posición como un hombre acreditado por Dios, el Hijo unigénito del Padre, el postrer Adán, aquél que pudo haber pecado pero que voluntariamente se mantuvo obediente, aquél que pudo haber desistido pero nos amó tanto que nunca se rindió, aquel a quien Dios exaltó hasta lo sumo para ser nuestro Señor, le damos a Jesucristo toda la adoración, el crédito, el respeto y la admiración que se merece, y podemos obtener gran fuerza y determinación a partir de su ejemplo.  

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